Ian Giles 4to 1era Turno Tarde
Noche de Viernes
Era viernes a la noche. Ese día fue complicado en el laburo así que nos juntamos con los
chicos como casi todos los viernes en la casa de Tincho para hacer la previa. No tenía tantas
ganas de salir, pero los pibes me insistieron, así que me puse lo primero que encontré, nada
fuera de lo común, tampoco muy elegante, normal. Se hicieron las 2 de la mañana y
empezamos a encarar al boliche, Lauta dijo algo así como que era un boliche de “chetos”
pero no le di bola, lo tomé como un comentario sin importancia.
Fui con unas zapatillas viejas (que tenían para un poco más de uso), un jean roto y una
remera que encontré en el armario, algo común, nada del otro mundo, normal.
Llegamos a la puerta del boliche a eso de las 2:40 de la mañana. Hice una relojeada a la fila y
vi que había gente con ropa nueva, camisas, perfumes caros, pero como te digo, no le di
bola, solo iba a divertirme con los chicos, no quería nada más, como iba a pensar que esa
noche iba a ser una de las peores de mi vida. Cuando llegamos a la puerta el patovica deja
pasar a todos y me para a mí que estaba último, yo de repente me choco con una muralla
china. Cuando me doy cuenta el guardia me aleja para atrás con el brazo, mirándome de
arriba abajo, con cara de roca, un tótem era. Me mira a los ojos y me pregunta:
- ¿Documento? -no se le movió ni un pelo mientras lo dijo-.
Se lo di. Al segundo que revisó el DNI, veo que llama al segundo patova. Algo cuchichean,
entre la música y los murmureos no llego a escuchar. A todo esto, Lauta, Tincho y los demás
ya estaban adentro, calculo que esperándome. Veo que siguen hablando, ya me da mala
espina y me pongo impaciente. Se comunican algo por los handies, completamente
inentendible. Después de un rato de suma indignación, el primer patova me mira y me dice:
- No podés pasar pibe.
- ¿Por? -pregunto sorprendido-.
- Porque no, hacete a un lado que tengo que seguir trabajando.
Lo miro sorprendido, no efectúo una respuesta rápida, no entiendo la situación, no hay una
respuesta que me haga correrme del lugar.
- Pero dame una razón, mis amigos acaban de entrar y no les revisaron nada, estoy con
ellos.
- Genial, pero no vas a poder ingresar, así que te pido que te corras a un lado así puedo
seguir mi trabajo –me responde con cierta amabilidad falsa-.
- Te estoy diciendo que mis amigos pasaron adelante mío, dame una explicación de
porque ellos pasaron y yo no. No soy menor y mi documento no es falso, tampoco traigo
mochila como para que me revises
- Correte para atrás te estoy diciendo, flaco –ya con cierta agresividad y superioridad-.
- Me voy a correr si me das una explicación coherente
La conversación se vuelve cada vez más tensa, el patovica más agresivo, el ambiente
pesado. Cuando tengo tiempo relaciono, la mirada, el cuchicheo, la gente en la fila, el no
dejarme pasar.
- ¿Es por la ropa no? -pregunto ya indignado-.
- No se permite ese tipo de ropa –contesta evitando el contacto visual- ¿Ya está flaco?
Ahora correte y dejame hacer mi trabajo.
- ¿Y que sería ese tipo de ropa? -redoblo sin pensar-.
Cuando pregunto eso, la gente de la fila empieza a gritar. Escucho un “villero” en el fondo. El
guardia atina a correrme al costado. Yo me resisto, forcejeamos. El segundo guardia se mete
y me tira una piña. Yo quedo desorientado y me defiendo como puedo. Llego a escuchar
unos gritos de la fila, gritos que pasan a voces inentendibles que vienen de todos lados. Me
agarran entre los dos, y me arrastran hacia afuera, tirándome en seco al pavimento.
- No te quiero volver a ver por acá ¿Me escuchaste?, villero de mierda.
- A ver si ahora aprendes a hacer caso cuando te dicen algo y no a hacerte el pibe rebelde
–dice el segundo guardia, mirando al primero y con una risa de complicidad, como si su
trabajo hubiese terminado-.
Quedo recuperándome en el piso durante un par de minutos. Pasa gente y me trata de
ayudar, pero estoy en una especie de limbo, escucho bocinas alejadas y molestas, voces
desordenadas de figuras humanas que veo pasar por al lado mío todo el tiempo. Cuando mi
cerebro se pone en eje, siento la cara contra el pavimento frío y húmedo de esa noche. Me
levanto como puedo y escucho que suena el celular con un sonido molesto que retumba de
punta a punta de mi cabeza. Atiendo como puedo, mientras me ubico y veo cómo volver a
mi casa. Eran los chicos, preguntaban dónde estaba, que qué había pasado, que me estaban
buscando por todo el boliche. Les respondo que me estaba volviendo a casa, no tenía ganas
de salir ni de bailar, estaba cansado por el día de trabajo. Les digo que no se preocupen, no
desperdiciaba nada, total me había vestido normal, común...O eso se supone.
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